A pesar de lo que nos pueda parecer por las tristes noticias que a veces recibimos, todas las sociedades han creado espacios y tiempos destinados al cuidado y la atención de la infancia como símblo de su futuro y de su pervivencia en el tiempo. Y si hay algo que caracteriza los primeros años de nuestra existencia, como niños y niñas, es precisamente la inocencia y la capacidad de ver el mundo que nos rodea a través de la fantasía. Una imaginación desbordante que tiene mucho que ver con el mundo mágico que desarrollan los relatos literarios escritos desde que el ser humano existe. Ese mundo mágico, que no irreal, nos conecta con nuestros orígenes como especie que desde un principio fue capaz de otorgar vida y sentimientos a las fuerzas de la naturaleza y después las convirtió en seres de aspecto y sentimientos humanos.
Con el racionalismo de la Ilustración y el materialismo de las sociedades industriales del siglo XIX, la infancia y su pensamiento mágico parecían entrar en contradicción con los nuevos valores de progreso. Sin embargo es en ese siglo cuando nacen con más fuerza los relatos destinados al público infantil y cuando cobran forma las tradiciones relacionadas con personajes mágicos que una vez al año visitan a los niños y niñas para entregarles regalos como premio a su buena conducta. (San Nicolás, Santa Claus, Reyes Magos…)
En el mundo de habla hispana, son los Magos de Oriente (que sólo aparecen en el vangelio de San Mateo) quienes visitan al recién nacido, Jesús de Nazaret, con sus regalos: Oro (metal precioso destinado sólo a los reyes), Incienso (resina aromática destinada a las divinidades) y Mirra (resina para embalsamar a los muertos y fabricar perfumes). Con ello el evangelista pretendía dar a conocer a sus contemporáneos la importancia especial de los niños en la persona de Jesús, un simple niño, nacido en un ambiente pobre y llamado a ser modelo para la humanidad.
En España desde 1886, se realizan cabalgatas ante la llegada de los Magos o sabios de Oriente que la tradición cristiana convirtió en los Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar cuyo nombre y raza tampoco aparecen en los evangelios. Y son estos personajes quienes reparten los regalos a los niños en la noche de 5 al 6 de Enero, fiesta de la Epifanía, en el mundo católico.